Churros se encuentran por lo general en bares y chocolaterías, pero, porque no tomarlos por la mañana como un regalo de desayuno. Pues bien la respuesta que muchos dirían es que no da tiempo a prepararlos por el tiempo que precisamos y de un día para otro no están ricos, pero y si los compramos congelados y disponemos de una freidora, pues podríamos tenerlos listos en cuestión de minutos, entonces si podríamos disfrutar de un desayuno delicioso todas las mañanas.
Fueron introducidos en la década de 1700 como un bocado rápido en ferias y hoy en día en casi todas las ciudades o pueblo habrá lugar en donde puede comprarlos frescos pero en todo supermercado podemos encontrarlos congelados listos para ser fritos.
La mejor manera de disfrutarlos es comerlos es calientes, recién hechos salidos de la freidora. En el momento que los sumergimos en su taza de chocolate o un café, se nos empieza hacer el paladar agua y las papilas gustativas se disparan. Todo un regalo para el paladar y una explosión de sabores a primera hora de la mañana.
Normalmente una vez fritos, a los churros se le puede espolvorear con un poco de azúcar y canela, pero también se pueden rellenar de chocolate o crema pastelera, pero todo depende del gusto que tengamos y del tiempo.
Cualquiera que sea la forma en que más nos guste comerlos, lo principal es disponer de ellos en nuestro congelador y si podemos, los fines de semana podemos hacerlos de forma artesanal, pero para el día a día podemos contar con los elaborados y congelados.
Por último, un detalle muy importante y del que pocos se percatan es el aceite en el que los freímos, lo ideal sería un aceite de girasol o maíz, yo prefiero el de maíz, le da una sustancia muy parecida al de las churrerías. Si utilizamos un aceite de oliva, lo que conseguiremos será transmitir a los churros ese sabor intenso que tiene el aceite.