Las cocinas blancas son consideradas muy tradicionales.

Algunos las califican de estáticas y de que realmente no proponen mucho en materia de diseño y vanguardia.

Pero la verdad es que este tipo de decoración de interiores siempre permanece activa dentro de las posibilidades que finalmente se tienen en cuenta, al contar con un gran número de ventajas que a simple vista pueden pasar desapercibidas.

Decorar una cocina blanca no solo habla de elegancia y gusto por la perfección. También permite, dar ciertos toques mediante contrastes que sin duda marcan la diferencia y se acoplan muy bien a los muebles y otros elementos típicos de esta estancia.

Obviamente, cuando hablamos de un espacio en tonos blancos queremos obtener luz y ante todo reflejar limpieza.

Estos son interesantes muy importantes para una parte de la casa en la que se preparan los alimentos y la que, en muchas ocasiones hace las veces de comedor si su tamaño lo permite, por lo que en ella se reúne la familia para desayunar, almorzar o cenar.

Por supuesto, es aconsejable añadir algunos toques de color mediante elementos sencillos, siempre que estos sean armoniosos y tengan algún tipo de significado.

Las frutas y flores, como siempre, serán los primeros en considerarse. Son portadoras de tonos vibrantes y de aromas, que ayudan mucho con la correspondiente ambientación del cuarto.

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Si te decides por decorar una cocina blanca, trata de que esta sea prácticamente un santuario en el cual las cosas permanezcan en su lugar y que conserve una bonita armonía y orden.

Elige muebles acordes a la idea que tienes en mente y no te limites a los aspectos funcionales. Debes imprimir parte de tu personalidad en ella, que en última instancia será lo que haga que destaque y diferencia a tu cocina del resto de cocinas.

por Woo Hogar