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Productos Congelados

Desde tiempos ancestrales, el hombre ha empleado el agua y el hielo como recursos para preservar alimentos. Tal vez derivado de su observación del entorno, comenzó a idear maneras para hacer de esto una tarea cada vez más eficiente, al tiempo que se hacía consciente de que no siempre podría contar con la Naturaleza para lograr su cometido.

 

De igual manera, la necesidad de conservar los alimentos para aquellas épocas en las cuales se hacía escaso, aumentaba a medida que la población crecía.

 

El antecesor del refrigerador doméstico consistió en un estante de madera, con divisiones, siendo que se colocaba nieve en el tramo superior, y los alimentos que se deseaba conservar en la parte inferior. De allí surgió el nombre “nevera”. Los alimentos así conservados alargaban su tiempo de vida útil.

 

También se puso en práctica la construcción de casas para invierno, que consistían en construcciones cercanas a fuentes de agua y que empleaban el hielo del invierno para conservar alimentos, se pasó al primer acercamiento a un frigorífico doméstico, de manos de Thomas Moore, un ingeniero norteamericano, en el año 1800.

 

Los principios de la refrigeración mecánica, sin embargo, fueron avances obtenidos en las  investigaciones realizadas por el médico William Culen, quien realizaba experimentos en esta área desde 1748. Fue él quien descubrió el principio de la refrigeración mecánica y logró fabricar hielo a partir del uso de dietil éter como líquido refrigerante y una caja de vacío.

 

Con el paso del tiempo, e infinidad de experimentos después, el hombre conoció que, gracias a la congelación, la multiplicación de microorganismos se detiene, evitando que se descompongan los alimentos. Sin embargo, también fue posible conocer que ciertas bacterias resisten a las bajas temperaturas, quedando suspendidas en el proceso de congelación y se reactivan cuando los alimentos se descongelan, lo cual incluso puede acelerar su proliferación. Eurofrits enfatiza la necesidad de conocer y emplear adecuadamente las técnicas de congelación y descongelación, así como insistir en el consumo inmediato del alimento descongelado.

 

Por otra parte, lo más recomendado para el uso doméstico es poseer un congelador con capacidad para producir hasta -18º C, o 18 grados bajo cero, pues esta es la temperatura adecuada para conservar alimentos durante tres o cuatro meses.